Como en el juego de la Oca… por fin llegamos al pato grande.
Esta vez ha sido Palencia y su Bella desconocida, la casa del Huevo, el gótico veneciano, los mosaicos que nuestro paisano Zuloaga realizó en Palencia… Por cierto, que se debió de quedar helado. Manos, pies, y nariz dan fe del frío Palentino. Aunque nuestro calor interior norteño pudo con eso y mucho más.
¡¡Para eso somos de Bilbao!! Y además de Salesianos que como siempre, damos el pego.
Vimos la gárgola del fraile – máquina, que desde el tejado nos hace la foto a todo el que pasa curioseando.
Llevábamos en el autobús descendientes de linaje: arquitectos, escultores, pintores, Arroyo, Bueno, Zuloaga, cómo no…. de la mismísima Duquesa de Alba y algunas más que tienen muy reservado, eso de la descendencia.
Después de tocar la Coleta de la Dama (por eso de la suerte) nos dirigimos entre risas y más risas, a descansar nuestros ojos en “la maravilla de las maravillas»… León, donde se juntan los caminos para los peregrinos: el de la Plata y el francés.
No podíamos ser como Margarita la Tornera, que la Virgen ocupaba su lugar cuando desaparecía. La cama vacía por la noche y el pasillo en silencio!! ¿Dónde estaban las Amatxus de Bilbao? En la Lola cantando habaneras!! Una noche agitada dio paso a unas ojeras grandes que a la mañana siguiente se taparon con una buena capa de maquillaje. ¡Todo restaurado como si fuera un milagro!
Las vidrieras de la Catedral, San Isidoro, San Martin con pintxos incluidos, la Virgen del Mercado en la Plaza del grano… Como final un restaurante en una casa del siglo XIV.
Total, que ya estoy preparando la hucha para el próximo año.
GRACIAS A TODAS.
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