«Toda persona pertenece a la humanidad y comparte con la entera familia de los pueblos la esperanza de un futuro mejor». Es una afirmación del mensaje que el papa Francisco dirige hoy a toda la Iglesia en este domingo que celebramos la «Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado». A nadie se el escapa que cuando hablamos de emigrantes hablamos de millones de personas desplazadas de su tierra por razones económicas, políticas o simplemente perseguidos por pensar distinto. En este día recordamos a estas personas y nuestro compromiso en ayudarles en esta situación. «El mundo sólo puede mejorar si la atención primaria está dirigida a la persona, si la promoción de la persona es integral, en todas sus dimensiones, incluida la espiritual; si no se abandona a nadie, comprendidos los pobres, los enfermos, los presos, los necesitados, los forasteros (Cf. Mt 25,31-46); si somos capaces de pasar de una cultura del rechazo a una cultura del encuentro y de la acogida».
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