El reino de Dios
A menudo soñamos con un dios poderoso, un Zeus celeste capaz de esgrimir rayos y de poner nuestro pobre y triste mundo siempre desorientado en orden. Cubrimos a Dios con el atavío del poder de los reyes y de los poderosos del mundo que someten a los pueblos. Pero Dios no es poder, ni rayos, ni estruendo.
Señor, que esta Cuaresma sea un desierto en el que pueda escucharte a través del temblor del desierto. Conviérteme para que pueda reconocer tu reino que llega como un secreto susurro. (Edición FNP)
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