La casa de Salesianos Deusto ha descubierto hoy el arte que tuvo Don Bosco para conquistar los corazones de los jóvenes.
El recibimiento de la urna con su reliquia a primera hora de la mañana ha sido un momento que difícilmente olvidaremos. ¡Qué espectáculo de saludos, sonrisas, sorpresas! ¡Todo el colegio llenando el patio de alegría! Y en medio de todos… se ha colado el sueño de Don Bosco: recuperar el espíritu de los primeros tiempos.
Queríamos estar todos y decirle a Don Bosco: “¡Esta es tu casa!
¡Bienvenido a tu casa! Queremos que la veas porque cada día intentamos que sea la casa que seguro soñaste llena de jóvenes, esos que ocuparon el patio de Valdocco y de tu corazón”.
Creo que teníamos mucho que decirle a Don Bosco, pero él ha sido el que nos ha dicho mucho más. Nos ha recordado para qué estamos aquí, por quiénes estamos aquí y ha hecho posible reunirnos en este acto a quienes tratamos, día a día de responder a sus palabras escritas desde Roma en 1884: “Necesito continuar alegre dándome la esperanza y vuestra palabra de que vais a hacer todo lo que deseo, porque es lo que más os conviene”.
Por eso nuestro gesto ha sido “construir” su sueño, su deseo que tanto nos conviene.
Los primeros han sido los pequeños de infantil y primaria que construían “una iglesia que anuncia el Evangelio”; los de ESO ampliaban el edificio con “un patio de libertad y alegría”; los de Bachillerato y Formación Profesional seguían edificando “una escuela que educa para la vida”; y remataban la obra los profesores con “una casa que acoge”.
Pero no quedaba todo ahí. Nuestra casa tiene un cimiento precioso, fuerte: Jesús de Nazaret y además no se anuncia a sí misma, sino que lleva encima una señal: el signo del amor: la cruz.
Terminaba nuestro edificio un detalle: unas aspas que lo convertían en molino de viento, capaz de hacer que el espíritu que vivimos en nuestra casa se extienda por nuestro barrio, nuestra ciudad y más lejos. Son las aspas de la Familia Salesiana; los Padres; los animadores del Tiempo Libre y los jóvenes del Voluntariado.
¡Qué obra de arte construida entre todos!
Don Bosco solía decir a sus jóvenes: “Sois unos ladrones, me habéis robado el corazón”. Después de ver las caras de emoción de algunos, las sonrisas de los más pequeños, el interés de los mayores por conocer o recordar detalles de su vida, podemos decirle nosotros a Don Bosco: “Eres un ladrón, has entrado en nuestra casa y nos has robado el corazón”
¡Bienvenido a nuestros corazones!
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